Recuerdos de la escuela 11
Es mucho, lo que se puede recordar de la Primaria 11.
Inviernos crudos, pero que no hacían obviar los saludos correspondientes a la bandera, el premio de tocar la campana para el recreo, donde se aprovechaba para jugar a la bolita, a las figuritas de álbumes que nunca completamos, mientras las chicas coleccionaban las de brillantina, con sus hermosos caballos y príncipes de cuentos de hadas.
Los guardapolvos, que aún se almidonaban, el cabello bien peinado a la gomina y con jopo, las niñas con sus lazos, coletas, y rulos cuidadosos.
Las miradas vigilantes de maestras, y del maestro Garello, único varón que dictaba clase por los fines de los 60, estoico en su 1ro. Superior, marcando firmeza y cariño de padre.
Y Gandulfo que hacía oficio de señor serio, y no era más que un hombre simple de alma, vestido de Director para dar miedo.
Recordar los Clubes de Madres, y sus campañas eternas para quermeses, con recorridos por locales de todo el Parque, tratando de conseguir donaciones, para rifas y premios.
Los chocolates y facturas de las fiestas patrias, la copa de leche, las pequeñas fiestas de egresados. La Sociedad de Fomento, y el Once Corazones, venido luego a Once Colegiales.
Los años pasaron, y la escuelita de madera y las construcciones a medias ya no daban resultado, y el tema fue intentar conseguir el edificio nuevo, completo.
Y debo recordar entonces a Camus, a Wetzel, a Doberti a Tosar, a Creado, a esas cooperadoras que dieron pelea interna pero resultado a la vista; Primaria 11 que fue punto de partida para la fundación de la Técnica N° 4, y de la construcción de la Primaria 69, en su creación y antiguo edificio, una Cooperadora que supo gestionar no solo a su escuela sino buscar más.
Y tantos más que olvido, o que no quiero colocar para no hacer ni una larga lista, ni una ejercitación de memoria, pero no puedo olvidar ni la tarea dedicada de mi hermano Víctor que en tantas me hizo parte por su entusiasmo, ni a mi madre que fue la primera madrina de la bandera del nuevo edificio. Ni olvido la preocupación de siempre de la escuela como mantener chicos alimentados que pudieran aprender, erigir hombres y mujeres válidos a pesar de cualquier destino que le quisieran dar por hecho por simple portación de nacimiento
Pues sí, hay mucho que recordar, pero por ahora me vuelvo a casa con las bubu en el bolsillo sin tocar como siempre y pensando que el libro Los Teritos, se me termina y no sé qué voy a leer, pero seguro el maestro Garello, tendrá la solución."
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